Se supone que te amo como el aire que respiro.
Que vivo en el susurro de melodías suaves;
tan suaves de un recuerdo
y que recuerdo por un instante,
que no puedo más que leerte lejos...
lejos si los sueños nos permiten llegar a esos lugares.
Hoy estas en tus sueños de Princesa,
detrás de lo no dicho
sobre un hilado sueño de luna llena,
desde un verso y en la mudez de la noche amante.
¿Qué luz de noches
coronado en mil besos
llegan a mi
desde un cielo silencioso
a alumbrar las tristezas?
Ninguna como tú
en tu dulce vestido azul
sobre un precioso fondo estrellado;
en esas aguas
que guardan el susurro reverberante de tus besos,
hasta el horizonte de tus ojos que sueñan.
He esperado en el viento
tu recuerdo.
Mientras yo, náufrago crepuscular,
busco tras puertas y astros opacos
la esquiva alquimia del lenguaje
de estrellas y luciérnagas riendo en la oscuridad.
Poder escribirte,
diseñarte de suaves letras arrulladas en tus aguas.
A ti…
la referida y congraciada Princesa de las tintas de noche.
La mujer aquella a pesar de todo el posible silencio
a su cobijo insabido y bien guardado,
acuna el nido del gran secreto de los sueños soñados
cuando el deseo de un beso
conjuga los tiempos incontados
y deletrea las horas
con borrones y bosquejos de lenguajes nuevos
de amor y color.
Ven,
encuéntrame con estos mil sueños de otoño
con el corazón expuesto en letras de luna
que desde el fondo del silencio
alumbrarás las tristezas.